Hasta luego, Kurdistán

El finde pasado me despedí de un cachito de Turquía. Se celebraba una nueva edición del GapGenç Festival, un evento de carácter internacional, que congregaba por cuarto año a jóvenes turcos y de todo el mundo, principalmente europeos haciendo alguna actividad de voluntariado en este país.


Este festival se viene celebrando en ciudades del este otomano desde hace cuatro años. El año pasado fue en Gaziantep y ésta vez en Siirt. Se trataba de la excusa perfecta para conocer 'la Turquía profunda', el 'este muy este', la parte turca del Kurdistán, si se me permite utilizar el polémico término que representa ese ficticio país.

Con la motivación de que mi amigo Idris también asistiría, me cogí un bus nocturno destino Batman, ciudad cuya gracia e interés se acaba tras leer el nombre. Los tres días que han habido entre que llegué del oeste y decidí ir a este festival han sido suficientes para retractarme de aquella premisa que comenté en el anterior post. A lo de “cualquier ciudad visitada parece más guapa que Gaziantep habría que añadirle [ciudad] occidental. Tanto la del hombre murciélago como Siirt, donde me desplacé luego para el festival, no me resultaron más que lugares de subsistencia para la humilde gente que habita esta región, con formas de vida tan básicas y rutinarias, anclados en la tradición... nunca sabré bien si felices, deprimidos o, simplemente, indolentes.

La propuesta del festival, en cuanto a actividades, no me convenció mucho. Por un lado, me parece perfecto que exista el mundo del voluntariado: una causa filantrópica que, además, te puede ayudar a esquivar las ingratitudes del mundo laboral, tal y como está la cosa. Pero, por otro lado, soy muy escéptico con los ambientes estos de “cambiemos el mundo, hagamos talleres...”, más aún cuando comprobé que todo estaba bien manipulado y acondicionado para la propaganda política.

Todo mi respeto se fue al carajo cuando entré en una de las conferencias y allí estaba el típico séquito de individuos trajeados, con la pose de “qué cojonudos somos y qué bien se vive con tu dinero, carajote”. Previa escucha del himno de Turquía -todos en pie- hablaron, entre otros, dos ministros (el de Desarrollo y el de Relaciones con la Unión Europea, o algo así). Fue entonces cuando esa juventud tan crítica y revolucionaria se transformó en el público ideal que son las señoras mayores del plató de Saber Vivir. Aplaudiendo cada dos frases, independientemente de lo que el mangante de turno dijera, dejados llevar por unos discursos llenos de conciliación, optimismo y de ideas cojonudas en general. Es ahora cuando me veo obligado a catalogar a buena parte de estos jovenzuelos como 'comeflores' (término acuñado por mi amigo el Papa).


En fin, al menos por las noches hubo conciertos al aire libre y todo fue gratis: entrada, acampada y comidas. Conocí a gente de todos lados, y eso siempre mola.

Total, tal y como habíamos planeado, estuvimos viernes y sábado en el festival y el domingo visitamos un par de lugares en el camino de regreso. Primero, Hasankeyf, un pueblo de gran riqueza histórica, habitado desde tiempos prehistóricos y por el que pasaron un buen número de civilizaciones antiguas: árabes, mongoles, otomanos...


Hoy en día, evidentemente, la mayoría de su población es kurda. El enclave me resultó verdaderamente impresionante, por lo bonito del valle, con las suaves montañas y el río Tigris serpenteando.


En este enlace están el resto de fotos y aquí un video del Idris haciendo el majara :-D


Sin disponer de mucho tiempo tiramos para Mardin, una de las ciudades destacables en la zona, lugar de origen de mi amiga Asu. Teniendo poco más de dos horas y estando más cansaos que el demonio tras no dormir la noche anterior, sólo nos alcanzó para acercarnos al centro y echar unas partidas de tavla bajo la cima de la montaña y el castillo que presiden la ciudad, con grandes vistas de la eterna llanura que se extiende a partir de la ciudad.


Y bueno, montándome en un autobús rumbo a Gaziantep me despedí de la Turquía profunda, esperando que todo sea un “hasta luego” de aquí a que me vaya, pues no quisiera pensar que no tendré la oportunidad de volver.


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