Al final se apuntaron casi todos los polacos (las polacas,
debería decir: 1 tío y 5 tías), las 2 lituanas, Aslı y mi colega Idriş representando a Turquía, y
Miguel, Laura y yo. Nos dividimos en 3 grupos, con un individuo masculino por
cada uno para evitar conductores excesivamente curiosos con la diferencia
étnica de las féminas.
Llegamos a tiempo de zamparnos un döner mientras anochecía e
instalarnos en el piso de Aslı, una chavala turca que estudia allí y nos dio la gloria tanto hospedándonos como procurándonos la fiesta. Estuvo
muy bien, combinando la música de pachangueo que se escucha en España con
algunos temas turcos que nos descolocaron un poco. Me pegué un baño nocturno en
el mar, en una zona privada del hotel donde estaba aquello.
A
partir de la tarde-noche del viernes es cuándo se puede resumir todo como un
morao constante, bebiendo cerveza sin parar con mi colega el polaco, que es
todo un personaje como podéis ver en este video.
El
sábado tiramos para la playa, a este lado del Mediterráneo. Iskenderun es una
población costera, pero se ve que no tiene sitios para bañarse en la propia
ciudad, así que fuimos todos en una furgoneta con un tío que negoció llevarnos.
Me decepcionó un poco esta esquina del Mediterráneo, porque la arena estaba bastante sucia y el agua
alborotada y llena de rocas. Da igual, había Efes Pilsen (cerveza es bira en
turco, fácil). Por la noche, más cerveza y vodka, que es el “licor” que más bebe
tanto la gente de aquí como en Europa del este, según ha quedado confirmado con
nuestros colegas.
Lo más destacable que vimos allí fue una capilla llamada
gruta de San Pedro, que dicen que puede ser la más antigua de la historia del
cristianismo (s. I), con un supuesto pasadizo que pudieron utilizar los cristianos
para esconderse, de los árabes supongo.
Teníamos que volver la misma tarde del domingo, pero se nos
terminó cayendo encima la noche y no tuvimos éxito esta vez con el autostop. Al
final cogimos un autobús, que echó sus cuatro horas en llegar a Gaziantep, de
nuevo en un domingo de cansancio máximo.
En definitiva, me quedo con el ‘karma inducido’ de viernes y
sábado gracias al cerveceo ininterrumpido, con el rato de playa y, en general, con la suerte que tengo de estar viviendo esta
experiencia renovadora, precisamente por ser nuevo y diferente casi todo lo que
me rodea.
Muy guapo Abel! Disfruta!
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