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Último viaje: Mar de Mármara y Ankara

Esta es la historia de un viaje tan improvisado como cojonudo, genial broche a este capítulo de mi experiencia en Turquía. Vamos por partes pues.



Yalova

Yalova es una ciudad, más bien pueblo, de la costa sur del Mar de Mármara. El que baña también a Estambul, más al norte, y las aguas del Bósforo, el estrecho que separa dicha ciudad y dos continentes: Europa y Asia, aunque esto es un poco discutible. Si usted pregunta, no he escuchado nunca a un turco decir que se sienta asiático. Digamos, pues, Europa y Anatolia. Turkey is different.


Resulta que en el festival que os comenté en el anterior post, en Siirt, conocí a varios grupos de chavalas que estudiaban en la universidad de allí, de Yalova. Hice buenas migas y me pareció una ocasión extraordinaria para hacerles una visita en el que sería mi último viaje por este país. Animado por la idea de ir a un sitio de playa y a una zona desconocida para mí hasta el momento, me dispuse a ir (alone) y tragarme las 17 horas de autobús pertinentes, amenizadas por las prestaciones de los lujosos autobuses turcos, con pantallas táctiles en cada asiento, tomas USB... viendo mis series.

Dije al principio que este viaje fue improvisado porque, en la misma mañana que me iba, la individua con la que había quedado —y basado mi viaje me dijo que iba a estar ocupada y que no podía recibirme. Con todos los billetes comprados, antes de salir se me ocurrió mandarle un mensaje a una segunda persona, que resultó ser mi salvadora, no sólo recibiéndome sino buscándome hospedaje en casa de un amigo y pasando todo el tiempo conmigo. Eternamente agradecido... Gökçen.

En fin. No eché fotos pero intentaré describir el pueblo mínimamente. Yalova me pareció del estilo de los pueblos costeros que había visto no hacía mucho en el viaje a la costa sur-oeste, rollo Fethiye, por ejemplo. Muy influenciado por el turismo para ofrecer un aspecto moderno y desarrollado, dentro de lo apacible que me pareció, quizá por haber ido en mayo. Una muestra más de la brutal división de este país entre este y oeste y otra razón para haber terminado sintiéndome más apegado al rollo del oeste, como único entorno donde podría vivir. El exotismo de la Turquía profunda del este está bien para hacer un viaje y conocer los tremendos contrastes de este extenso país. Pero no he terminado de empatizar con la tradición y la austeridad. Llamadme pijo.

La historia de Alex Lincon Smith

Gökçen, yo, "Alberto", otro chavea y Alex, con una camiseta de España
Uno de los alicientes en Yalova fue conocer al personaje que os voy a describir a continuación. Llamémoslo Alex. Resulta que estábamos desayunando tranquilamente en un bar cuando uno de los chavales de la mesa de al lado se dirige a mí en inglés, viendo que soy extranjero. Tras varios intercambios de preguntas típicas sobre nuestra vida (de donde eres, qué haces aquí...) se muestra tan enigmático como... peculiar y se termina sentando frente a mí, animado por ser yo español, tras confesarme que adora España. Seguimos hablando un poco y descubro que detrás de su aspecto, normal si no fuera por la gorrita de USA, había un tío verdaderamente especial.

Alex es ciudadano irakí, pero su corazón es yankee. Huído de su país con 16 años, su único anhelo es rehacer su vida algún día en Estados Unidos. Su existencia se complicó radicalmente cuando un día, caminando por las calles de Bagdad, le llamó la atención la existencia de una iglesia, en un país extremadamente islámico. Entró, escuchó a alguien hablar de las virtudes de El Señor y salió maravillado, renovado, convertido al cristianismo. Aquella decisión le arruinó la vida. Dice que volvió a su casa para, entusiasmado, contarle a su madre lo que había oído. Desde ese mismo momento se ganó un infierno en su propio techo. La vida se le fue complicando a medida que el rumor sobre su conversión se extendía. Un derecho asumido en muchas otras zonas del mundo, en Irak es visto como una traición intolerable, castigada a veces con la muerte. Me contó que sus propios padres se volvieron en su contra. Tuvo que permanecer refugiado en casa durante meses, tras recibir amenazas de muerte y, dice, tres intentos de asesinato de los que se libró “por la gracia de Dios”.

Finalmente, se vio obligado a escapar. Un amigo le arregló los papeles para abandonar la capital y, llegado el momento, coger un vuelo hacia la salvación. Sin pensárselo dos veces, voló hacia Grecia, dejando atrás absolutamente todo, iniciando un camino de soledad hacia rehacer su vida por completo. Tras una semana, se vio refugiado en Yalova, donde lleva unos cuantos meses, pendiente de recibir de Ankara algún día los documentos pertinentes que le permitan cumplir su sueño de ser ciudadano americano.

Además del cristianismo, Alex ha abrazado, como digo, la estética yankee, de influencia latina, para más señas. El tío había aprendido español gracias al canal TVE 24 horas y a su obsesiva devoción por Shakira, además de otros cuantos artistas más del pop latino... comercial. Fue muy gracioso que, cada vez que se equivocaba con alguna palabra en castellano, en vez de asumir su error lo achacaba, convencido, a que “en latino se dice así”...

En fin, un personaje la mar de entrañable, a la vez que un poco cansino, pero de buen corazón y grandes cojones. Con él y con Gökçen pasé buena parte de mis tres días, mal contados, en Yalova (incluyendo una visita demasiado fugaz a la universidad de Bursa).

Estambul

Con varios días por delante y sin querer importunar demasiado más a las amables personas que me acogieron en Yalova, decidí llamar a un amigo mío que está currando en Estambul, a ver si le apetecía acogerme. Tras confirmarlo, me cogí un ferry para allá. El trayecto (hacia la zona europea de Estambul) dura hora y media y el precio fue asequible (17 TL 7 €), aunque varía según la antelación con que compres el billete.

En realidad, aunque nunca os he contado nada de la ciudad emblema de Turquía, supuso la tercera vez que visitaba Estambul. La primera, el verano pasado, en un crucero con mi familia, sólo unas horas, lo justo para ver lo más representativo y bonito: Sultanahmet. La segunda fue durante las Navidades pasadas, volviendo del parón que hice para regresar a la patria. Fue para pasar fin de año con los Erasmus y me resultó lo suficientemente decepcionante como para que se me quitaran las ganas de contar nada. Esta vez tampoco he visto demasiadas cosas nuevas, aunque siempre es magnífico volver a una ciudad impresionante como es esta. Curiosamente, la segunda vez que lo hacía vía mar, algo ciertamente recomendable.

Vista de Sultanahmet (Agia Sofía y Mezquita Azul)
Total, que fueron otros dos días con mi colega Onur, en los que nos movimos básicamente por la zona de Taksim, el corazón de la vida nocturna, y social en general, de la cosmopolita Estambul. Esta vez me llevé una impresión especialmente desagradable de la ciudad, la verdad. La encontré especialmente abarrotada e insoportable. 18 millones de personas lo refrendan...

Calle principal de la zona de Taksim
Ankara

Después de Bursa, en la que me habría gustado pasar un día entero, Ankara era la otra de las ciudades que me apetecía conocer. Pero, como ya digo, el carácter improvisado de este viaje me trastocó un poco los planes. Tras despedirme de Onur y sus amables amigos, pillé un autobús para Ankara, desde donde tenía el vuelo de vuelta a Gaziantep (bueno, una vez más, a Adana, que están siempre más baratos). Allí me esperaban dos muchachas lituanas, amigas comunes de las lituanas Erasmus en Gaziantep, que me dieron la gloria, una vez más, con el asunto del hospedaje. Resulta que vivían en un piso muy particular, con dos plantas y mogollón de gente por allí danzando siempre. Entre ellos, conocí a una chica finlandesa (o finesa, ojo ar dato) muy simpática, que se ofreció a visitar lo más representativo de Ankara conmigo. Sólo tuve la mañana del siguiente día, que me dio para ir a la fortaleza del casco antiguo...


Al mausoleo donde está enterrado Atatürk, el archi-idolatrado padre de la república de Turquía (1881 – 1938), que fue el que designó a Ankara como la capital del país...


… Y a un museo de mierda, que mi guía señalaba como el mejor de Turquía (!) y que nos hizo perder bastante tiempo porque estaba mal señalado, para más inri. El de las Civilizaciones de Anatolia.

Con mi amiga finlandesa, Aino, en el mausoleo de Atatürk
Y bueno, así, de forma bastante satisfactoria a la par que algo extenuado, concluyeron mis experiencias viajeras en Turquía. Hoy, 30 de mayo, me quedan ya sólo 5 días aquí y me encuentro cogiendo fuerzas para el proyecto Eurocopa. En estos días contaré alguna cosa más, incluyendo algún tipo de conclusión sobre esta cojonuda experiencia, para cerrar el blog. Todo se acaba, cabesa...

Hasta luego, Kurdistán

El finde pasado me despedí de un cachito de Turquía. Se celebraba una nueva edición del GapGenç Festival, un evento de carácter internacional, que congregaba por cuarto año a jóvenes turcos y de todo el mundo, principalmente europeos haciendo alguna actividad de voluntariado en este país.


Este festival se viene celebrando en ciudades del este otomano desde hace cuatro años. El año pasado fue en Gaziantep y ésta vez en Siirt. Se trataba de la excusa perfecta para conocer 'la Turquía profunda', el 'este muy este', la parte turca del Kurdistán, si se me permite utilizar el polémico término que representa ese ficticio país.

Con la motivación de que mi amigo Idris también asistiría, me cogí un bus nocturno destino Batman, ciudad cuya gracia e interés se acaba tras leer el nombre. Los tres días que han habido entre que llegué del oeste y decidí ir a este festival han sido suficientes para retractarme de aquella premisa que comenté en el anterior post. A lo de “cualquier ciudad visitada parece más guapa que Gaziantep habría que añadirle [ciudad] occidental. Tanto la del hombre murciélago como Siirt, donde me desplacé luego para el festival, no me resultaron más que lugares de subsistencia para la humilde gente que habita esta región, con formas de vida tan básicas y rutinarias, anclados en la tradición... nunca sabré bien si felices, deprimidos o, simplemente, indolentes.

La propuesta del festival, en cuanto a actividades, no me convenció mucho. Por un lado, me parece perfecto que exista el mundo del voluntariado: una causa filantrópica que, además, te puede ayudar a esquivar las ingratitudes del mundo laboral, tal y como está la cosa. Pero, por otro lado, soy muy escéptico con los ambientes estos de “cambiemos el mundo, hagamos talleres...”, más aún cuando comprobé que todo estaba bien manipulado y acondicionado para la propaganda política.

Todo mi respeto se fue al carajo cuando entré en una de las conferencias y allí estaba el típico séquito de individuos trajeados, con la pose de “qué cojonudos somos y qué bien se vive con tu dinero, carajote”. Previa escucha del himno de Turquía -todos en pie- hablaron, entre otros, dos ministros (el de Desarrollo y el de Relaciones con la Unión Europea, o algo así). Fue entonces cuando esa juventud tan crítica y revolucionaria se transformó en el público ideal que son las señoras mayores del plató de Saber Vivir. Aplaudiendo cada dos frases, independientemente de lo que el mangante de turno dijera, dejados llevar por unos discursos llenos de conciliación, optimismo y de ideas cojonudas en general. Es ahora cuando me veo obligado a catalogar a buena parte de estos jovenzuelos como 'comeflores' (término acuñado por mi amigo el Papa).


En fin, al menos por las noches hubo conciertos al aire libre y todo fue gratis: entrada, acampada y comidas. Conocí a gente de todos lados, y eso siempre mola.

Total, tal y como habíamos planeado, estuvimos viernes y sábado en el festival y el domingo visitamos un par de lugares en el camino de regreso. Primero, Hasankeyf, un pueblo de gran riqueza histórica, habitado desde tiempos prehistóricos y por el que pasaron un buen número de civilizaciones antiguas: árabes, mongoles, otomanos...


Hoy en día, evidentemente, la mayoría de su población es kurda. El enclave me resultó verdaderamente impresionante, por lo bonito del valle, con las suaves montañas y el río Tigris serpenteando.


En este enlace están el resto de fotos y aquí un video del Idris haciendo el majara :-D


Sin disponer de mucho tiempo tiramos para Mardin, una de las ciudades destacables en la zona, lugar de origen de mi amiga Asu. Teniendo poco más de dos horas y estando más cansaos que el demonio tras no dormir la noche anterior, sólo nos alcanzó para acercarnos al centro y echar unas partidas de tavla bajo la cima de la montaña y el castillo que presiden la ciudad, con grandes vistas de la eterna llanura que se extiende a partir de la ciudad.


Y bueno, montándome en un autobús rumbo a Gaziantep me despedí de la Turquía profunda, esperando que todo sea un “hasta luego” de aquí a que me vaya, pues no quisiera pensar que no tendré la oportunidad de volver.


12 días en el oeste, la otra cara de Turquía

Desde que volví del parón navideño, el tiempo ha estado corriendo a su antojo: primero lento, durante la hibernación, y ahora que llegó la primavera y todo se anima, demasiado rápido. A falta de sólo un mes para terminar esta magnífica experiencia, he tenido el privilegio de realizar una ruta bastante completa por la costa sur-oeste de Turquía. Este viaje me ha permitido, aparte de subir unos tonos el bronceado de la piel, completar (y mejorar) mi visión de este país, tan extenso y diverso en paisajes. Tan bipolar y fragmentado en dos mundos de diferentes evolución y creencias: este y oeste, tradición y desarrollo, campesinos y turistas, kurdos y turcos.

Primera parte: Izmir (Foça)


El comienzo del viaje tenía como referencia un festival de música electrónica en la playa que nos tenía a todos (Miguel, Osman y un servidor) muy ilusionados. El sitio, un pueblo llamado Foça, a unos 70 km. al norte de Izmir, una de las ciudades modernas más destacadas de Turquía, tercera en población (tras Estambul y Ankara).

Para llegar, pillamos un vuelo desde la cercana ciudad de Adana (20 € con Sun Express, una de las compañías molonas aquí para estas cosas). Debido a que el avión salía por la noche, pudimos permitirnos ir en autostop desde Gaziantep y tener aún tiempo de tomarnos un cafelaso en el Starbuck's de la ciudad, que me habían comentado su existencia y tenía un montón de ganas de respirar un ambiente moderno europeo (aunque, sí, excesivamente pijo) y de probar un café de verdad tras meses.

Lamento decir que con Adana también se cumple esa regla de que “cualquier ciudad visitada parece más guapa que Gaziantep”. Aunque la regla se cumpla para sitios no-orientales: del oeste o del norte. Me pasó hace poco con Kayseri, evidentemente Estambul, Trabzon y ahora con ésta. Que mira que da coraje, porque está sólo a 200 km. Parece pues que hay como un “telón de acero” entre esa ciudad y la mía, que marca esa diferencia que digo entre este y oeste.

Total, que hicimos noche en Izmir, sin visitarla más que moviéndonos del aeropuerto al centro. Hablando ya del evento en sí, si la música no fue del todo plato de mi gusto y se esperaba que acudiera más gente, el resto de circunstancias fueron favorables. Principalmente, el enclave: un llano entre los montes de la costa, formando una calita mirando a las mini-islas del Egeo. Después, buen tiempo, tres días de acampada, gente (personajes) de muchos sitios de Europa, turcos europeizados y el bonito pueblo de Foça a 7 km. No, no me quejo.

Segunda parte: Denizli y Pamukkale


Tras el festival tiramos para Denizli, donde nos reunimos con las tías (Aga, Greta y Milda), que empezaron su viaje por el oeste al mismo tiempo, haciendo el recorrido contrario, desde Antalya. Allí nos acogió amablemente, como siempre sucede, la familia de un amigo de Osman. Fueron dos noches con un día en medio en el que visitamos Pamukkale, uno de los lugares más llamativos, conocidos -y por ello, turísticos- de Turquía.

Pamukkale (“castillo de algodón”) es el nombre que recibe una peculiar zona natural formada en la montaña. Las características químicas del agua que circula por aquella ladera, rica en bicarbonatos y calcio, provoca la solidificación de piedra caliza, de color blanco puro, creando un sitio de la hostia. Bueno, ya lo veis en las fotos.

Además, en la cima de la colina en cuestión están los restos de la antigua ciudad griega de Hierápolis (s. II a.C.).


Tercera parte: Fethiye y alrededores


De nuevo buscando la costa, esta vez la del Mediterráneo, asentamos un nuevo campamento base en Fethiye. La amabilidad extrema de Umut, el couchsurfer que nos recibió, nos hizo sentirnos como en casa y terminamos quedándonos cuatro noches allí. En esos días seguimos haciendo turismo de costa, básicamente, por los bonitos lugares de la zona.

Tumbas "licias", de la antigua ciudad de Telmessos. Hoy, Fethiye
Que no se me pase contar que una de esas diferencias que digo que he notado respecto al entorno de Gaziantep es la vegetación: mucho más verde, menos árido, todo lo que he visto en el este. Montañoso también, pero Turquía es un país con relieve prácticamente a lo largo de toda su geografía.

Atardecer en Fethiye
Precisamente esa condición montañosa permitió a mis amigos hacer parapente. Todos menos Osman y yo, que no lo vimos muy claro... Al final, según nos contaron, no es pa tanto, porque vas con un monitor, “demasiado” controlado.

Esto es el cañón de Saklıkent (“ciudad escondida”) y sus alrededores. No fue nada del otro mundo, porque había mucha agua y hubo que quedarse en el principio. No pudimos caminar a través de él.



Y esta es la playa de Ölü Deniz, de la que pude disfrutar dos días. Poco que añadir :)


También fuimos a un lugar conocido como el Valle de las Mariposas, sólo accesible en barco desde la playa de Ölü Deniz. Se supone que allí habita una especie autóctona de mariposa. Yo vi algunas pero no sé hasta qué puntos eran de esa especie que digo...

El factor “vivir el momento” impidió que echara fotos. Añado una “de archivo” de todas formas.

Turkishtravelblog.com
Cuarta parte: Olympos


Con el vuelo de vuelta comprado, nos quedó un día para visitar algo en la zona de Antalya. Teniendo en cuenta que la ciudad en sí no despierta demasiados intereses, y descartando también ver más ruinas antiguas, nos decantamos de nuevo por la naturaleza, por playa entre montañas. El desplazamiento desde Fethiye, en autobús, fue especialmente tedioso y nos quedó la luz justa para poner las tiendas en la playa y buscar algo de leña y hacer una hoguerita por la noche, antes de dormir.

También aquí me habría gustado hacer más fotos. El acceso a Olympos no es demasiado fácil, cosa que favorece que esté bastante menos concurrida que una playa de pueblo o ciudad. Otra playa paradisíaca, de agua cristalina y entorno natural brutal, con un acceso entre ruinas de varias civilizaciones antiguas. Además, no sé bien debido a qué efecto, cuando llegamos había una luz blanca, casi cegadora, que cubría todo el cielo y se reflejaba en el mar, inundándolo todo de un aspecto pues eso, verdaderamente paradisíaco. Quizá esta sea especial respecto a las otras, y una de las más bonitas que he visto en mi vida, sin duda.

Quinta parte: Universidad de Adana

Después de lo renovador que estaba siendo el viaje, Osman y yo nos resistimos a volver tan de sopetón a la rutina de Gaziantep. Aprovechando que el avión de vuelta, desde Antalya, aterrizaba en Adana de nuevo, decidimos quedarnos para conocer una de las universidades de allí, famosa por estar situada en un bonito lago, y envidiada, al menos por mí, por contar con casi un centenar de Erasmus (en Gaziantep fuimos 16 en el primer cuatrimestre, ahora 9).

Misión cumplida. Conocimos a varios de esos Erasmus y nos dimos los contactos para futuros encuentros. A ver si es posible que, en este mes que queda, se me pega algo de la vida Erasmus, que la mía está siendo la más atípica de los habidas y por haber. ¡Y no por ello peor, sólo diferente!

Total, aquí he subido algunas fotos más del viaje este. Son las mismas que subí a Facebook, por si acaso. Un bezito.

Göbekli Tepe, el templo religioso más antiguo del mundo

La revista NG le dedicó esta portada en junio de 2011
A apenas 20 kilómetros de Şanlıurfa, una bonita y antigua ciudad a dos horas al este de Gaziantep, hay una zona de campo especialmente agradable por su vegetación. Un relieve de colinas al que las áridas condiciones de estas extensas tierras han respetado y donde uno puede encontrar alivio bajo la sombra de pequeñas áreas arboladas, y descanso y recreo sobre la hierba, que ya no es tierra fina y polvo.

La gente de los alrededores, ataviada con el distintivo pañuelo morado que visten tanto hombres como mujeres en la provincia, acostumbra a utilizar este privilegiado valle como zona de picnic y convivencia familiar. No parece una mala elección, sobre todo teniendo en cuenta que aquel lugar puede tratase del mismísimo Edén de Adán y Eva, según las descripciones dadas en la Biblia y las posteriores especulaciones de algunos investigadores.

Todo esto sería un disparate mayor del que aún así parece si no fuera por varios datos. Teniendo en cuenta que lo que se cuenta en el libro sagrado del cristianismo pudo tener una inspiración real, la descripción de la ubicación del paraíso de Adán y Eva podría coincidir con el hallazgo en la zona de una joya sin precedentes de la arqueología: Göbekli Tepe, el templo religioso más antiguo del mundo.

Aquí la galería de fotos completa
Inspeccionado desde hace sólo 18 años, este lugar ha trastocado por completo los esquemas antropológicos y de la evolución de las formas de vida y costumbres del hombre en la prehistoria. Su falta de popularidad mediática sólo parece explicable por razones de márketing: no debe quedar muy bien que un pequeño yacimiento perdido en el este de Turquía desbanque en antigüedad al grupo de los, hasta ahora, templos religiosos más antiguos del planeta, incluído el famoso Stonehengue, al que Göbekli Tepe dobla en edad (11.500 años frente a 6.000).

Resulta que, en una época (11 milenios atrás…) en la que el Hombre todavía debía estar demasiado preocupado por su supervivencia como para “distraerse” componiendo deidades, en aquel lugar de lo que ahora es Turquía hubo un lugar suficientemente próspero y rico en recursos como para que aquellos privilegiados habitantes pudieran abandonar el nomadismo, asentarse y vivir sin que les faltara de nada.

Escultura hallada en el yacimiento
Para alimentar la teoría del Edén, a este dato de la riqueza con la que debió contar en su día el entorno de Göbekli Tepe, todo un paraíso para la época, hay que sumar algunas otras coincidencias: en las construcciones de piedra encontradas abundan figuras de serpientes, reptil que simboliza el pecado de Eva. Además, la Biblia hablaba de un enclave situado entre cinco ríos. Dos de ellos podrían ser los actuales Tigris y Éufrates, donde se encuentra este asentamiento.

Habrán notado que un asunto así, tan lleno de historia y misticismo y, por ello, con tantas incógnitas,  bien se presta a ser tratado por Iker Jiménez  y sus “queridos amigos de la nave del misterio”. Cuál sería mi sorpresa cuando, el día antes de ir a visitar el lugar, mientras me informaba un poco, descubrí que efectivamente el propio Iker estuvo hace un tiempo en el sitio para dedicarle un programa en Cuarto Milenio.

A partir de aquí, poco que añadir, teniendo en cuenta que estamos ante un maestro en la materia. Aquí os dejo la primera parte de aquel programa. Espero que disfrutéis y que el asunto os resulte igual de fascinante  e inquietante que a mí y decidáis verlo entero.

Rumkale, un castillo romano a orillas del Éufrates

A la espera de que lleguen mis padres y hermana el domingo, la semana pasada tuvimos la primera visita desde España. Vino Tomás, hermano de Miguel, y aprovechamos la ocasión para visitar varios sitios por la zona.

El viernes fuimos a Rumkale (“castillo romano” en turco). Se trata de una fortaleza natural, amoldada sobre barrancos a los pies del místico río Éufrates (Firat en turco), que sirve de frontera natural entre las comarcas de Gaziantep y Şanlıurfa. Como resultado del trasiego de gente que ha pasado por allí, el sitio ha sido utilizado por distintos pueblos a lo largo de la historia, a partir del siglo XII: asirios, romanos, armenios, mamelucos... y hoy visitado por guiris españoles.


La forma más común y accesible para recorrer aquel entorno es navegando. Nuestro primer destino, vía terrestre, se trata del pueblo de Halfeti, situado en la misma orilla del cañón, donde debíamos coger el barco. Al ser muy árida toda esta zona del país, impresiona ver de repente la cantidad de agua que transcurre bajo aquel barranco.

Mezquita sumergida de la que sólo asoma el minarete
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El enorme caudal actual del río no es original sino resultado del plan hidrológico de los últimos gobiernos, que se ha puesto a construir presas y embalses, sin reparo en arrasar pueblos enteros e inundar espacios de gran valor histórico y arqueológico como Zeugma, donde vivió Alejandro Magno y donde se extrajo el material expuesto hoy en un museo en Gaziantep, compuesto esencialmente de mosaicos, incluido el de la mujer gitana, emblema de la ciudad.

Tras el obligado trasbordo de autobús en Birecik, una vez en Halfeti la espera para tomar el barco se hace un poco larga, debido al relajado concepto de “media hora”, “cinco minutos”… que tiene el personal. Sin embargo, lo pasamos bien con la (siempre) amable gente del lugar, chapurreando el turco que sabemos, con conversaciones recurrentes y negociando el precio del pasaje. Es magnífico que te quieran colar 100 liras y, en un minuto, esté la cosa en 10. No es para ofenderse, a menos que con la falta de experiencia te dejes engañar. La ausencia de precio fijo, el regateo y el intento de pegarse un pequeño abuso con los turistas forma parte de esta cultura.

Halfeti
Cuando, finalmente, subimos al barco, coincidimos con una pareja alemana, sositos como ellos solos, y un chavea germano-turco, como Özil. Sin embargo, me llevé un par de datos interesantes: por un lado, estuvimos hablando de que Gaziantep tiene la más importante industria de cuero en el país (discrepo, tengo entendido que sólo textil) y nos contaron que aquí se hicieron los zapatos y demás elementos del mencionado material para películas tan célebres como GladiatorTroya o la saga de Harry Potter.

El otro dato útil que nos dieron propició la expedición del domingo, que he de avanzar que fue muy pero que muy interesante pero lo contaré un poco más adelante. El resto de esta excursión lo pueden describir las fotos. Aquí la galería completa. Un saludo.

Tomás, Miguel y otro señor

Kilis, de domingueros en la frontera con Siria

Ayer quedó oficialmente reanudada la temporada de viajes con una visita en grupo a Kilis, a 60 km., el único lugar medianamente poblado al sur de Gaziantep antes de la frontera con Siria. Sin mucho que ver, fue un viaje para romper la monotonía, para echar el día mientras llegan la primavera y el resto de compañeros.



De nuevo sin problemas con el autostop, en el camino de ida nos recogieron tres simpáticos hombres, aparentemente obreros. El que me tocó al lado, visiblemente bruto y sencillote, con acento cerrado made in Gaziantep, los dientes picados y la ropa polvorienta, no dudó en utilizar mi pierna de posabrazos durante buena parte del camino.
Con Idris y Miguel a los lados y Osman cual fotógrafo
El conductor, que parecía el más letrado, estuvo un buen rato hablando con mi amigo Idris de la situación que vienen viviendo los países de alrededor. Tampoco contó ninguna novedad: "los medios exageran y manipulan". Se refería a la invasión de Irak y a la reciente situación en Siria, países en los que nos contó que había estado.

De todas formas, siempre es bueno escuchar a alguien con pensamiento crítico, algo poco común entre los turcos, bastante indolentes y conmovidos por el pan y circo.

Más allá de la conversación con aquel hombre, dificultada por la barrera idiomática, durante el camino conté dos camiones que transportaban casas prefabricadas, de plástico, casi con toda certeza para refugiados sirios. Ha sido mi única experiencia atribuible al conflicto. Pese a la cercanía de la frontera, en Gaziantep no he advertido nada hasta ahora. Nada de grandes masas de gente que ha salido por patas ni algo por el estilo. Claro, que tampoco leo la prensa local ni me comentan mucho.

Una vez en Kilis, el lugar respondió a las expectativas, según los comentarios e informaciones previos. Un pueblo humilde, de ambiente rural, con muchos chavales en moto, tráfico ilegal de drogas importadas de Siria y poco o ningún interés digamos… arquitectónico.

Tras darnos una vuelta y comprobar que no estábamos precisamente en el lugar más apasionante de Asia menor, intentamos que alguien nos llevara a la frontera, la frontera física, todavía a unos 6 km. Esta vez no tuvimos éxito y empezó a caer la tarde, así que desistimos y decidimos volvernos. A mí me hubiera gustado llegar, a ver si notaba algún ajetreo especial, pero no había ánimos en el resto del grupo. Las colinas en el horizonte debían pertenecer ya a Siria y con eso me contenté.

De vuelta al pueblo de Kilis (aquí el resto de fotos), un último paseo buscando llevarnos algún recuerdo típico. ¿Y qué mejor que una botellita de whisky sirio barato de imitación?

Por cierto, a ver si media ya la “comunidad internacional” y trinca lo que quiera pero que por lo menos se resuelva la situación de represión, se vaya al carajo el gobierno actual y deje de morir gente.

Aspectos varios de (esta zona de) Turquía

Aunque en prácticamente todo lo que cuento en el blog doy pinceladas de aspectos particulares de este país, tengo la sensación de que no he profundizado lo suficiente en explicar muchas de las características del pueblo turco. Es por eso que he pensado en publicar varios post al respecto, en plan fascículos. Así tengo un motivo para subir contenidos más a menudo, ya que la cosa sigue paradita en cuanto a viajes.

Me apetece empezar hablando de las relaciones sociales y una de las mayores virtudes de esta gente: el civismo. Más allá de que idiotas hay en todos lados, los turcos tienen una serie de cualidades que hacen muy agradable el trato. Como les explico a ellos mismos algunas veces, conservan muchos valores innatos, propios de la infancia, como la bondad, la curiosidad, la espontaneidad o la ingenuidad. No me parece algo común encontrar personas que escuchen con interés y respondan libres de egoísmo o envidia. Quizá el hecho de que yo sea extranjero suponga un plus para esa cordialidad que muestran, pero diría que es una forma de ser natural.

Con Idris y su familia en su hogar natal, Diarbakir
Son además muy serviciales y hospitalarios. Sirva de ejemplo lo fácil que es hacer autostop por todo el país o lo bien que atienden en los restaurantes, que hay muchos, por cierto. Todo el mundo tiene muy automatizado el uso de expresiones de cortesía: buenas tardes (iyi akşamlar), que vaya bien (kolay gelsin)… o la preferida entre mis amigos Erasmus y yo: el uso compulsivo del “que aproveche” (afiyet olsun). Lo dicen tanto que tenemos la coña de utilizarlo ya en cualquier situación entre nosotros. Hay otra muy particular, eline sağlık, que viene a ser algo como “en manos de la salud”. Se dice a quien ha utilizado las manos para alguna labor, desde al peluquero a un colega que ha hecho algo de cenar. Mi traducción libre sería “que conserves la virtud de tus manos”…

Otra característica destacable de esta gente es la fraternidad. El recelo y la apatía que tenemos a veces para tratar con extraños en occidente, al menos en España, contrasta radicalmente con la sencillez y la cercanía que muestran los turcos en las relaciones sociales. Dan la sensación de ser verdaderamente un pueblo, en cuanto a la equidad y a la cercanía con que se tratan incluso hablando entre extraños. Diría que esa actitud está por encima de las discrepancias y rencores que a veces se guardan turcos y kurdos. Pero este es un asunto sobre el que profundizar en otro momento.

De todas formas, esto de los valores es algo bastante difícil de describir. Aparte de que los aspectos culturales de un pueblo son difícilmente entendibles si no se viven en primera persona, en las relaciones sociales siempre hay muchas dimensiones que tratar. Por eso quiero pasar ahora a mencionar un aspecto negativo de esta gente: la relación hombre-mujer,  o lo que es parecido, el machismo imperante en Turquía.

No conozco cultura alguna en la que no haya instalada alguna forma de agravio hacia la mujer. Sin embargo lo de aquí es excesivo. La represión sexual es uno de los fenómenos principales sobre el que gira buena parte del trato entre hombre y mujer. Las creencias religiosas asimiladas por la mayoría llevan a las mujeres a defender unas actitudes y punto de vista totalmente desfasados, para mi gusto. Ya no es la preservación de la virginidad hasta el matrimonio sino pensar que el único proceso válido para el cortejo debe ser el hombre dirigiéndose a la mujer y jurándole amor eterno.

En cualquier caso, esto no deja de ser una tradición. Lo verdaderamente grave es la violencia machista, una lacra tristemente conocida también España. No quiero arriesgarme a juzgar sin conocer bien, pero diría que el sentimiento de inferioridad al que son inducidas las mujeres muchas veces, por motivos culturales, las hace ser poco o nada exigente a la hora de elegir sus parejas, sus “amores”. Los matrimonios por presión social/familiar, de conveniencia o alegando “que se te pasa el arroz” están a la orden del día. Y de ahí, de esa sumisión y desnaturalización brutal del amor, nacen los problemas de mujeres sumisas expuestas a hombres desconocidos que, visto el panorama, pueden llegar a convertirse a veces en tiranos. El bloque donde he vivido hasta hace poco (me he vuelto a mudar) era de locos en ese sentido. Al menos una pareja histérica gritando, llorando y agrediéndose por planta y noche.

Dentro de este ambiente machista que digo, se hace comprensible que hombres y mujeres desarrollen muchas facetas sociales por separado: residencias, bloques de pisos, piscinas… exclusivamente para tíos y otros para tías. Hasta el gimnasio al que voy tiene “restricciones de género”: abre un día para hombres, otro para mujeres.

En fin, por terminar este barato análisis de las relaciones sociales en Turquía, quiero comentar una curiosidad de aquí, las formas de saludo. Entre hombre y mujer y entre desconocidos, independientemente del género, siempre consiste en un apretón de manos. Sin embargo, entre colegas (kanka) tanto mujeres como varones el apretón de manos va proseguido de dos besos. De hecho, es frecuente ver a dos tíos cogidos del brazo por la calle, como en España harían las jovenzuelas saliendo del Bershka.

Esta profusión de afecto entre hombres, sin embargo, contrasta una vez más con el tabú que supone aquí la homosexualidad. Quien no pasa de puntillas cuando se hace alguna referencia al tema, hace como el Ahmadineyad, presidente del vecino Irán, hizo en su día…


En fin, así es Turquía. Un país lleno de contrastes, de vida y en pleno crecimiento, todavía con muchas cosas que importar, exportar y otras tantas que erradicar.

Curiosidades de los otros idiomas que escucho (o escuchaba)

Turco
  • 31 (otuz bir) tiene el doble significado de 'masturbarse'. Profundos trabajos de investigación nos llevaron a concluir que puede corresponderse con el número de huesos que tenemos en la mano.
  • Tienen palabras asociables con términos españoles, como deli, que significa loco, y me recordó en seguida a 'delirio', o kırmızı /kermese/ -> carmesí -> rojo, y mor (morado). En cuanto a los meses del año, los parecidos son mart, mayıs y ağustos (abril es nisan, recuérdelo pues por la marca de coches).
  • Matador (torero), fanatik (aficionado), makinesisalonuşarküteri (charcutería)... son otros ejemplos. También tienen muchas con similitudes respecto al inglés (sporproblem...).
  • Sandalye /sandalia/ significa silla, masa es mesa y arkadaş /arcadash/, amigo.
  • La 'c' se pronuncia /y/ y no tienen el sonido /z/, ni en los otros idiomas que menciono.
  • 'Ç' no es parecido a /s/, como en catalán o portugués, sino /ch/. Barça es pa ellos "Barcha".

Polaco
  • Colega, gratis, estúpido, mortadela, pipeta... y una buena lista de palabras se dicen igual.
  •  'J' es /y/. También en checo, y en lituano creo. Si usted quisiera expresar hilaridad por escrito, recuerde que 'jajaja' sería 'yayaya'.

Checo
  • Hola y adiós se dice ahoj, que pa el caso es 'ahoy', como las galletas.
  • Ano es 'sí'. Me ahorro el chiste.
  • Tienen cerca de 10 pequeños sufijos que añaden a los nombres propios para indicar una u otra cosa sobre el sujeto (hablar de él, hablarle a él...).

Lituano
  • Algo así como /austriacos/ signifíca 'estoy mojada'. Lo averigüé a través de una coña que sacamos a partir de mojarse con la lluvia, no seáis mal pensaos.

Kurdo
  • El idioma se habla en Siria, Irán, Iraq y el sureste de Turquía. Aquí ha sido históricamente prohibido, discriminado y sólo tolerado apenas hace una década, pese a la numerosísima población kurda que hay. Algún día escribiré sobre lo poco que voy sabiendo del pueblo kurdo.
  • Tienen palabras adaptadas de otras lenguas: Del turco, 'hola' (merhaba) o 'vale': temam (tamam en turco). 'Gracias' es spas, probablemente adaptado del ruso spasiva. Es curioso que aquí en Turquía te encuentras de vez en cuando a gente con bastantes nociones de ruso. Será la influencia de la frontera con Georgia.
  • Caca es caca (...).

Entre ellos...
  • El polaco y el checo se parecen bastante. Se entienden considerablemente mejor que lo que lo pudiéramos hacer nosotros con un italiano, por ejemplo. Por lo que veo, la mayoría de las palabras parecidas tienen una semejanza graciosa, pues se hartan de reír.
  • El polaco tiene más semejanzas con el ruso que el lituano. Me esperaba lo contrario, por una cuestión geográfica.
  • Los cinco idiomas utilizan bastantes más caracteres que nosotros. Los turcos, por ejemplo, 8 vocales (las 5 normales más ü, ö y ı (suena como /e/). Sobre todo el checo, el lituano y el polaco, tiene un montón de variantes de las consonantes 'normales', entre el 'gorrito' (ň, š, ž, č) y otras movidas (ł, ż).  
  • El lituano pasa por ser una de las lenguas más difíciles del mundo, por lo que me cuentan, lo que oigo y lo que leo. Siempre me imagino un grupo de vikingos borrachos en una taberna, con unos papeles manchaos de birra, partiéndose el ojal intentando crear una idioma. Otra explicación no encuentro.

Viendo el panorama, me siento orgulloso del español. Aparte de ser más fácil y coherente, es más útil a nivel mundial y resulta atractivo para mucha gente.

Por cierto, me he dado cuenta de que nuestra lengua es a menudo intuitiva respecto al inglés. A veces dudo sobre cómo traducir una palabra y resulta que es justo como el instinto Spanglish la traduciría. Le pasa igual pero en el sentido inverso a algunos colegas míos, que se la juegan intentando encontrar la forma española a partir de la equivalencia inglesa, con mayor o menor éxito pero siempre con divertidas propuestas. Ya me gustaría que pasara algo parecido con el turco...

Escapadita a Kahramanmaraş (Maraş para los amigos)

Ayer, tras cinco semanas 'atrapado' en Gaziantep, tuve la oportunidad de ir a ver a una amiga a Maras, una ciudad a poco más de 80 km. al norte.



Después de varias semanas de mal tiempo, el Señor nos ha venido regalando algunos días soleados y he podido sacar la cabeza de esta madriguera de barro, polvo, cemento y adoquines alborotados.


De lo que no me libro es del pronto anochecer. Me volví sobre las 6 y la noche ya era cerrada. Pero bueno, madrugué por una vez y disfruté de las radiantes horas de sol. Tras la mejora del tiempo, el paisaje durante el camino fue precioso, con los pinares de las afueras de Gaziantep todavía con algo de nieve y luego las llanuras previas a los montes Tauro. Fue muy curioso comprobar, conforme nos acercábamos, que Maraş está justo en la falda de las montañas más altas y nevadas que empecé viendo en el horizonte.


Bueno, os cuento algunas cosas sobre la ciudad. Sin saber nada al respecto, tuve la fortuna de que mi visita coincidiera con un gran día festivo a nivel local. Por lo visto ayer se conmemoró "la victoria contra la legión francesa de Armenia durante la Batalla de Maraş en la Guerra de Independencia Turca". Momento para un apunte histórico, pues, con la Wikipedia como fuente siempre:
"La guerra de Independencia turca se extiende desde la derrota del Imperio otomano a manos de los Aliados en la Primera Guerra Mundial hasta la declaración de la República de Turquía el 29 de octubre de 1923".
Kahranmanmaras era conocido como Maraş o Marash. Obtuvo su nombre actual en 1973, cuando la Gran Asamblea Nacional de Turquía añadió "Kahraman" ("héroe" en turco)  en conmemoración de la victoria mencionada.
Lo mismo sucede con Gaziantep, que era y sigue siendo conocida informalmente con Antep y se le añadió el prefijo Gazi ("guerrera victoriosa", "veterana"...) tras, en este caso, rendirse a los franceses (que se hartaron de matar gente aquí, niños incluidos), en 1921.

En fin, hablando ya de situaciones algo menos belicosas, he de comentar que una de las pocas referencias que tenía de Maraş era su famoso helado. No sé si será mi leve resfriado pero no percibí que tuviera ningún sabor del otro mundo: nata de toda la vida. Eso sí, acompañado por 4 trocitos de baklava, el delicioso dulce típico de Antep.


Tal y como me anticipó mi amiga kurda, Asu, la ciudad no tiene mucho que ver. Con el "castillo" (realmente es una simple muralla), las reglamentarios mezquitas y el también típico bazar, quedó visto el centro.


Ah, aquí tenéis el enlace a la galería de fotos completa. Os dejo también un vídeo que tomé de uno de los muchos grupos, cada uno con su indumentaria particular, que había bailando y tocando música popular por las calles. Un saludo.